Rebuscar a ver

miércoles, 5 de agosto de 2020

53. Animales hambrientos devorando

El poder seminal
de mi padre,
esa fija puntería
que deja bastardos,
parece que la heredé
en fertilidad creativa.

Páginas que faltan
por llenar,
fuego de negras tintas
que necesito esparcir;
¿cómo solucionar la vida?
¿cómo hacer de uno lo que
uno es?
No lo sé,
nadie puede aceptar
seriamente
las promesas del
capitalismo (ni del neoliberal).

Siento una colonia
de animales hambrientos devorando
entre mi piel, he muerto.

¿Cómo cometer un asesinato?
No cometiéndolo,
nadie sabe la maldad de dios
y esa maldad es la que mueve al mundo,
el hermoso concepto de crueldad
artaudiano, el cual yo casi igualaría
al absurdo de Camus.

Lo cruel, la Crueldad:
La vida que a pesar de las heridas
y de su finitud sigue siendo vida,
se mueve,
actúa.
He muerto,
siento como se descompone
el alma, trozos que se derriten
bajo el sol
y después de los cuales
van elevándose las moscas,
las flores y el pasto.

¡Oh, una carroña,
eso fui!


 - Derenif?


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