No tengo arcanos en los labios,
no tengo jeroglíficos en la cabeza,
todo lo que se quiere saber se puede
preguntar;
aunque, podría no responderlo,
siempre
que haya repuesta, mi boca
la entregara gustosa,
es más mi boca, mis manos
ó mi cabeza si la produzco
después de no verte,
viajero.
La mudez no embellece, no envilece,
las palabras no limpian,
las palabras no arrugan las telas
de esta noche,
ni de este día, las palabras son
en los oídos que las escuchan,
el deseo desaparece
del corazón que quiere perderlo.
No hay obituario, ni hay secretos,
solo posibilidades de malentendido;
no hay cartas como tales, ya no hay
correspondencia. “hay un punto en que
hablas al altar, sabiendo que no te
escucha".
(Tiene dos partes)
El rezo, el rezo no es petición,
es expresión; en ese pecho
deseo no habrá, no hubo y no se espera,
fue aburrimiento, es comprensible;
hay juegos de juegos y
estos no son los míos,
lo mío es mío: hablar y hacer,
aceptar o negar el querer,
la ambigüedad después del
"acuerdo" inicial. No todo
se acuerda pero vivir en la
intemperie no es la solución
más inteligente para vivir tranquilo,
exceso de burocracia y exceso de
barbarie, ambos son problemas para
vivir feliz.
Escritos lejos de mis ojos,
oídos siempre abiertos,
el reojo, el reojo... Me pierden
los rabillos de mi mirada,
las letras que me encantan,
no solo las letras, los renglones,
los movimientos y lo que anida
en aquella carne, en ese cuerpo,
en esa alma.
Que todos sepan que no hay miradas,
no hay voces, ni esperanzas;
afortunadamente, resulta
mejor borrachera de un pisco,
de un mezcal, de yerba o jaegermeister,
que de una sonrisa espectral,
que de una eterna ausencia dibujada,
por mi alma, en luces de neón,
en perfumes divinos y en suspiros. La
bebida y yo no somos mucho,
pero sus brazos me alientan a sucumbir
en el tranquilo arrullo de la amistad,
en la calma de una cama vacía, el
desahucio de un guayabo de sábado,
sin esperanzas y sin esperas.
"No creo que sea bengalí, es madrileño".
Una respuesta: la muerte no es el nombre
del final, sino del cambio; la metáfora
de la podredumbre y el suicidio no son
el alzamiento de mi mano en contra mío,
son el acto del amor, la posibilidad de
vivir antes que perder mi vida;
en esa disciplina que nunca aprendí bien,
el tarot, la muerte como la torre son cambio.
Por lo tanto, no hay tal obituario.
Dos apuntes: (creo que todo esto no será leído),
1. interesantes cuentas, fascinante cuanto me
acordé del borracho homicida y me sorprendí
de ambos, de sus maravillosas imaginaciones.
2. Parece que hubo referencias a esas historias,
parece, parece. Letargo sonambular es donde
esta todo bien escrito,
lo mío también son referencias
3. Lo vi, lo volví a ver, leí y volví a leer;
un flashback me hizo sospechar que había un
remitente entre los borrones de las líneas,
ojalá sí. ojalá no. Quiero conocer(te).
(Tiene dos partes)
-Derenif?