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miércoles, 5 de agosto de 2020

56. Acabando un cuaderno desordenado

Hay tantas penúltimas páginas
en un cuaderno desordenado,
tantos finales posibles
en medio de los lodazales
letricos,
sueño con vacíos en cada
página,
para llenarlos de voz,
voz que nunca habla,
voz que nunca calla,
voz vuelta milagros
paquidérmicos,
cadáveres de ideas (Sema/Soma).

Hay tantos trozos sin pintar,
cuerpo tatuado adicto al dolor
de las agujas que colorean,
ya comprendo tu corazón.

Hay sol, quiero caminar,
quiero poco dinero, el suficiente,
quiero pocas miserias, las suficientes,
quiero volver a ser relativamente
libre,
apresado por la angustia
de las posibilidades,
que comer no sea el cuchillo
que secuestra mi tiempo,
mi alma, mi fuerza.

Ya no hay tantas penúltimas páginas
y necesito aprender a dislocar pensamientos,
aprender a remover estómagos y que los
retortijones deformes del concepto,
acalambren la cabeza del que lee,
que el viaje serpenteante, rápido y viscoso
se vuelva la deliciosa tortura que una afilada,
sensual y húmeda lengua que apuñala el alma,
una lengua cuyo sabor enamora,
cuya presencia eriza,
cuyo aroma excita,
tortura que una afilada,
sensual y húmeda lengua
aplica al alma que intenta perseguir su
lóbrego, vertiginoso y destemplado viaje.

Ojala pueda aprender
a hacer que la paradoja
se forme como estatua de carne
o mejor que como Pandora coja vida
y destroce el mundo,
que ella misma
en su desnudo y delicioso cuerpo
encierre las miradas,
encierre las escuchas,
encierre los suspiros,
encierre las ideas.


- Derenif?


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