el compañero de cuarentena
se desangró sobre éste cuaderno
en deliciosas letras
que juran ser recordadas,
pero caerán en el olvido
de la eternidad.
Leo y releo,
¿cómo dejé a Sneider, Ribes
ó Guattari ó Deleuze
fuera de mis maestros?
¿cómo pude ignorar de Henry Miller, sus enseñanzas?
"Hoy Boris me dijo que tiene piojos,
hemos durado 4 horas afeitándole las axilas"
así comienza uno de los trópicos,
es el inicio más memorable
(la vaquita hace muuuu, es mejor, pero)
ó el mejor de los comienzos
para un libro que hipnotiza.
Esos trópicos son horribles,
traumáticos,
me asquearon e hipnotizaron
cuando comencé a leerlos
(era impresionable),
los vi hacerse reales,
definieron mi persona desde la negación,
me definieron desde la afirmación,
desde el error, el acierto y el ser.
Los trópicos y los gatos.
Los gatos son infinitamente interesantes,
tuve una compañía durante éstos años,
amo las personalidades felinas,
yo mismo, las más de las veces,
soy un gato
con síndrome de caracol,
llevo 25 años conociéndome,
tengo memorias de 19 de ellos,
pedazos de relato que tal vez son 19 años.
Los gatos no son sociales,
bueno, no son de rebaño,
no parecen constituir grupos, manadas,
no parecen dados a comunicarse
(creemos que solo las voces hablan),
no parecen hacer estrategias entre ellos
(¿es fáctico que la carne no evoluciona sin voces?).
Pero,
a veces los gatos abren la boca,
dicen milagros,
a veces quieren cariño
y no saben pedirlo,
a veces no saben amar,
a veces cuentan sobre cacerías,
piden comida,
la regalan a los inválidos,
a veces hablan de vagabundeos en sucios tejados,
hablan de siestas tomadas desafiando al vértigo,
a veces los gatos dicen milagros,
a veces los gatos no sabemos hablar
(no podemos decir o escuchar).
A veces es muy jodido
saber qué,
cómo o si hay que responder,
a veces es maullido,
a veces ronroneo,
a veces movimientos bruscos,
a veces es la impertinencia.
A veces son rasguños,
a veces son mordidas,
a veces las palabras
no pueden decir lo que nos pasa.
A veces resulta imposible el cariño,
la excitación es demasiada.
A veces somos gatos desarreglados,
gatos pulgosos, gatos sucios,
gatos de caras estúpidas,
gatos crueles, gatos agresivos,
gatos impositivos,
gatos impostores.
A veces son los gatos más hermosos,
gatos de cuerpos bellos,
gatos de miradas deliciosas,
gatos cariñosos,
gatos hogareños,
gatos compasivos,
gatos muy valientes.
He visto varios gatos,
he conocido algunos
y creo que, sinceramente,
el gato que se aleja,
el que me está dejando,
ése que vuelve a su tierra,
que vuelve a su mundo,
ese gato es uno que extrañaré mucho,
muchísimo,
pero es natural;
más gatos habemos en los tejados
dispuestos para ladrar.
-Derenif?
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