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domingo, 12 de julio de 2020

6. Gatos y trópicos

H cambiado de esfero,

el compañero de cuarentena

se desangró sobre éste cuaderno

en deliciosas letras

que juran ser recordadas,

pero caerán en el olvido

de la eternidad.

 

Leo y releo,

¿cómo dejé a Sneider, Ribes

ó Guattari ó Deleuze

fuera de mis maestros?

¿cómo pude ignorar de Henry Miller, sus enseñanzas?

 

"Hoy Boris me dijo que tiene piojos,

hemos durado 4 horas afeitándole las axilas"

así comienza uno de los trópicos,

es el inicio más memorable

(la vaquita hace muuuu, es mejor, pero)

ó el mejor de los comienzos

para un libro que hipnotiza.

 

Esos trópicos son horribles,

traumáticos,

me asquearon e hipnotizaron

cuando comencé a leerlos

(era impresionable),

los vi hacerse reales,

definieron mi persona desde la negación,

me definieron desde la afirmación,

desde el error, el acierto y el ser.

 

Los trópicos y los gatos.

 

Los gatos son infinitamente interesantes,

tuve una compañía durante éstos años,

amo las personalidades felinas,

yo mismo, las más de las veces,

soy un gato

con síndrome de caracol,

llevo 25 años conociéndome,

tengo memorias de 19 de ellos,

pedazos de relato que tal vez son 19 años.

 

Los gatos no son sociales,

bueno, no son de rebaño,

no parecen constituir grupos, manadas,

no parecen dados a comunicarse

(creemos que solo las voces hablan),

no parecen hacer estrategias entre ellos

(¿es fáctico que la carne no evoluciona sin voces?).

 

Pero,

a veces los gatos abren la boca,

dicen milagros,

a veces quieren cariño

y no saben pedirlo,

a veces no saben amar,

a veces cuentan sobre cacerías,

piden comida,

la regalan a los inválidos,

a veces hablan de vagabundeos en sucios tejados,

hablan de siestas tomadas desafiando al vértigo,

a veces los gatos dicen milagros,

a veces los gatos no sabemos hablar

(no podemos decir o escuchar).

 

A veces es muy jodido

saber qué,

cómo o si hay que responder,

a veces es maullido,

a veces ronroneo,

a veces movimientos bruscos,

a veces es la impertinencia.

 

A veces son rasguños,

a veces son mordidas,

a veces las palabras

no pueden decir lo que nos pasa.

 

A veces resulta imposible el cariño,

la excitación es demasiada.

 

A veces somos gatos desarreglados,

gatos pulgosos, gatos sucios,

gatos de caras estúpidas,

gatos crueles, gatos agresivos,

gatos impositivos,

gatos impostores.

 

A veces son los gatos más hermosos,

gatos de cuerpos bellos,

gatos de miradas deliciosas,

gatos cariñosos,

gatos hogareños,

gatos compasivos,

gatos muy valientes.

 

He visto varios gatos,

he conocido algunos

y creo que, sinceramente,

el gato que se aleja,

el que me está dejando,

ése que vuelve a su tierra,

que vuelve a su mundo,

ese gato es uno que extrañaré mucho,

muchísimo,

pero es natural;

más gatos habemos en los tejados

dispuestos para ladrar.

 

-Derenif?


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